Argentina, sos boleta

Hubo una época en que me gustaba escribir sobre política. Era cuando recién me largaba al mundo de las letras, y también, cuando todavía guardaba la idea algo ilusa de que si uno se jugaba por una causa, las cosas podían cambiar.

Reconozco que mi apatía cívica no es un ejemplo a seguir. Hoy iba a votar convencida de que lo único que quería es que NO gane el oficialismo, porque no quiero ni pensar en la que nos espera... pero cuando me estaba bajando del auto dije... "pará...y quién me garantiza que si mi voto tiene éxito, el país no se va a ir al carajo igual?" Si estamos atravesando la tensa calma que anticipa lo peor, y en definitiva... cualquier candidato que agarre un país en llamas - por lo menos éste país- no va a saber muy bien qué hacer con él...

Bien, buenísimo. Además de la apatía, me había invadido el cargo de conciencia por mi voto irresponsable. Ahora sí que estaba en un dilema.

Pero por suerte, cuando llegué y vi la fila que había antes que yo, me di cuenta que iba a tener bastante tiempo para meditarlo. Una hora de cola era demasiado, sobre todo para lo poco que había dormido. Y encima decidí invertir el tiempo de mi siesta en cumplir con mis obligaciones ciudadanas. Bad choice. De todas maneras, en condiciones normales una hora de cola también hubiera sido un montón de tiempo.

Estuve a punto de calzarme los auriculares, pero no. Menos mal; me hubiera perdido la acción. En el colegio donde yo voto, no votan políticos, ni actores ni vedettes. Nada de celebrities; sólo gente normal. Y confieso que tengo una especial predilección por observar las conductas de la gente normal. Aunque se que la estupidez humana llega a generarme acidez estomacal, igual no puedo evitarlo... Creo que es una cuestión un poco masoquista.

Faltaban boletas. Pasaron quince personas, y nada.
Hasta que una se puso como loca. Yo escuchaba la disputa.

Mujer X: -Te das cuenta que faltan boletas, y no voy a votar lo que VOS quieras. Quiero votar lo que YO elegí.
Presidenta de mesa:- Te estoy diciendo que NO TENEMOS BOLETAS. No las mandaron los fiscales del partido
Mujer X:- Llamen a los fiscales del partido
Presidenta de mesa (a punto de quebrarse): no están, no vinieron.
Yo (para mis adentros):- Genial, si ellos mismos no se interesan por esto, definitivamente estamos jodidos.
Fiscal del partido en havaianas (que abandonó el sol para venir a ver qué pasaba): Bueeehhh... andá a la concha de tu madre y no votés!.

La escena rozaba el absurdo. Adelante mío, todo tipo de especímenes, a saber:
Morocha guerrillera que se quejaba de todo; Vieja 1, la típica que hace causa común con el primero que tenga a mano; Padre aleccionando a hija ("ojo cuando cortás la boleta"); Chiquito insoportable acompañando a su abuela; Vieja 2, ataviada para la ocasión, de esas que tienen el aplauso al borde de las manos cada vez que alguien introduce su sobre en la urna, como en los documentales antiguos ("Vieja 2" a secas, de ahora en más).

Mientras el pendejo se amotinaba revolcándose en el piso, Vieja 1 y Vieja 2 obviamente se hicieron amigas. Y por suerte se les sumó Morocha Guerrillera, y entre las tres armaron una especie de cumbre destinada a salvar el mundo desde la fila, cosa que me produce bastante fastidio. Para no escucharlas, me puse a fijarme qué pasaba en las mesas.

Había una presidenta que le ponía mucha onda pero, obviamente, no era la mía. La escuché decir a las fiscales "tendríamos que hacer que se amontonen un poco acá adelante, así, psicológicamente, parece menos fila...". Me reí, pero un poco nada más. La verdad que lo que estaba pasando alrededor me daba bastante tristeza. En mi mesa había sólo dos fiscales. Una que era el clon de Lilita Carrió; la otra, que le entraba con ganas a un pebete de jamón y queso, mientras con la mano libre revisaba la lista en busca de mi nombre.

Mientras se me dio por chusmear la lista en busca de... no se, algún pariente desconocido con mi apellido -que igual no encontré- le pregunté a Lilita "¿No se supone que tiene que haber un fiscal de cada partido?". Había como 10 boletas distintas, y dos fiscales. La cuenta no cerraba. "Si, se supone. - me dijo- Pero no vinieron." "¿Y de qué partido son ustedes?", inquirí, a riesgo de recibir caras de orto de su parte. Y me enteré que en mi mesa (y creo que en las otras también, porque no llegué a contar más de 5 personas en cada una) las únicas fiscales eran del Partido Vecinal y no se qué otra minoría ignota. Y las autoridades (presidenta y vice), del gobierno. El resto de los partidos, sobre todo los que tenían más chances, brillaban por su ausencia.

"Y las boletas que faltan, qué onda?", era mi pregunta y la de todo el mundo
"yy... no las mandaron de la Junta Electoral"
"Aaahh... y, qué casualidad que no son las del oficialismo las que faltan, no?"
"No, mi amor...pero la Junta electoral depende del Poder Judicial, no tiene nada que ver con el gobierno..."

No, claro. Como el Indec.

Para todo esto, la situación era insostenible. Ya se agarraban a los gritos por la falta de boletas, había veintiocho personas adentro del cuarto oscuro y una chica vociferaba con razón "mi voto ya no es secreto, ahora lo sabe todo el mundo porque son las boletas que faltan", y había un tipo (el doble de claudio García Satur) que le contestaba con aires de feng shui, o indiferencia, que para el caso era lo mismo, tratando de poner paños fríos a la tarde calurosa. García Satur era el encargado de chequear que todo anduviera bien en las mesas, y ya lo había visto haciéndose el lindo con Presidenta De Mesa Con Onda. Eso sí, de proactividad, ni hablar. Respuestas útiles, menos. Y por las dudas, lo secundaba un gendarme de babuchas camufladas y borcegos. Se me ocurrió pensar que estaba lookeado muy Bond Street. (Ya no sabía cómo más gastar el tiempo, sepan comprender). Lo que no entendí es para qué empuñaba un fusil. A quién pensaba dispararle en caso de quilombo, o si simplemente era algo protocolar.

Finalmente entré al profanado cuarto oscuro, en estado de contaminación mental absoluta. Al final, no había podido pensar ni un poco. Repasé una por una las boletas. Paradójicamente, a la izquierda se encontraban los socialistas, obreros y etcéteras. Patti, Sobisch y demás aspirantes a hitler, a la derecha. "Castells presidente - Nina Peloso Vice" ¡Dios! Me vino a la mente Bailando por un Sueño, y de tan poco serio hasta me cayó simpático. Igual me acordé también que en este país lo mediático triunfa, y la sola idea de tener un presidente piquetero aniquiló todo esbozo de simpatía. Las boletas de Kristina, bien al centro y en cantidad, mientras que Lilita y Lavagna se ubicaban a ambos lados del podio.

Pensé en la mágica posibilidad de que caiga frente a mí una opción inesperada, innovadora, confiable, distinta, revolucionaria en el sentido más noble de la palabra revolución.
Me quedé esperando un par de minutos, pero eso no pasó. También pensé en votar a Pino Solanas, sólo porque es cineasta y es del palo.
Al final, obviamente me incliné por mi opción inicial. Algo parecido a lo que me pasa cuando me compro ropa, pero con una pequeña gran diferencia con respecto a lo que esa decisión involucraba.

Igual, me fui pensando... Lamentablemente, dudo que ese voto tenga algún tipo de injerencia en mi destino y el de todos ustedes. Dudo también que, después del recuento, algo inesperado pase y mas aún, que algo cambie a futuro en este país. Y eso me despierta un poco de impotencia, y mucho de tristeza. Es por eso, decía al principio, que preferí escribir sobre música, antes que política. Porque lejos de generarme angustias, sólo me produce satisfacción. Y si bien no es un blog de política, a veces se hace ineludible una cuota de realidad... pero bueno, pasado este leve y necesario impasse, volvamos (por favor) a recluirnos en nuestra pequeña burbuja musical.